Influencia de los medios de comunicación

Hola, amigos! Aquí adjuntamos un pequeño texto, el cual, a su vez, es una de las investigaciones referidas a nuestro tema. El texto pertenece al libro titulado Medios de Comunicación y Derechos Humanos escrito por Ana Cecilia Prado Salazar en 2011. En este libro, se indica la importancia de la libertad de expresión e información.

"En América Latina, el tema de los derechos humanos en relación con los medios se ha caracterizado por contar con episodios de permanente violación de la libertad de expresión e información. La democracia en nuestros países se ha presentado como modelo político de gobiernos que se han sostenido precariamente. El derecho a elegir y ser elegido ha sido utilizado como un mecanismo para alcanzar un sitial de poder y acomodo político, más no para aminorar la brecha social existente en los países andinos como el nuestro. La democracia no ha logrado dignificar la vida de sus ciudadanos y, mucho menos, la de aquellos menos favorecidos. En este proceso, los medios de comunicación han jugado distintos roles; por un lado han servido de cómplices de regímenes envueltos en corrupción y aprovechamiento desmedido del poder; por otro lado, unos pocos han sido opositores firmes del abuso del poder y del autoritarismo. También ha habido medios que han sobrevivido por su pasividad y enmudecimiento. En esta relación de amor y odio entre los gobiernos que han transitado por palacio de gobierno y los medios de comunicación, siempre ha habido temas sensibles, como el de la libertad de información y expresión. Lo ocurrido en la década de los noventa quedará como una mancha imborrable en la historia de los medios en nuestro país. Nunca antes los medios se habían sometido a un poder de manera total –dejemos de lado a las pequeñas empresas de provincia que escaparon a este monopolio de la información y manejo de la opinión pública-. La denuncia a los propietarios de las empresas de comunicación más importantes del país, que recibieron grandes cantidades de dinero en la oficinas del SIN de las manos de Vladimiro Montesinos, no hubiera tenido crédito alguno de no haberse visto el ilícito a través de los “vladivideos”.  ¿Qué pasó con los medios y con los periodistas de la década de los 90? ¿Por qué no se defendió la libertad de información y de expresión? ¿Dónde quedó la moral de los empresarios y de los hombres y mujeres de prensa? Los peruanos aún tenemos clara la imagen de una prensa sumisa, tolerante, permisiva, ayayera, vergonzosa, amante de la corrupción. Todos recordamos un día de programación en la televisión peruana; ésta empezaba con un nutrido informativo, donde los actores principales de las noticias eran la figura del hijo del sol naciente, Alberto Kenya Fujimori, y su asesor, Vladimiro Montesinos; ellos juntos y sus grandes hazañas a favor del pueblo peruano. Las notas de crí- menes, monstruos, violadores, la virgen que lloraba, la farándula y otras naderías mantenían a todos los peruanos en un país desvinculado del mundo real en el que se sumía. Luego se lanzaban los programas “light”, llenos de banalidades, para después pasar a un escenario “más familiar” del mediodía, con “señitos” y sorteos de premios. La tarde arrancaba con el formato estrella del talk show, como el de Laura Bozzo. En estos programas se resolvía el problema de la escasez laboral y el abandono a los sectores populares en un tris tras, con carritos sangucheros. Para hacer más amenas las tardes, se deleitaba a las amas de casa con programas concursos, donde desfilaban cantores salidos al paso fungiendo de estrellas, y a quienes se convertía en los nuevos “ídolos” de los sectores populares. Los medios escritos no estuvieron ajenos a toda esta evasión de la realidad; los titulares comprados por Montesinos en los diarios “chicha” aparecidos en esa década, también hablaban de hechos inexistentes y degradaban a los políticos opositores. Durante esta época, los medios no se referían a los derechos humanos en los términos en los que lo hacen ahora; su lenguaje era moderado o casi ajeno respecto al tema. Los excesos de la dictadura fujimorista se justificaban por el bienestar del país, así se afirmaba y así lo aceptaba la población. Una postura en defensa de los derechos humanos era catalogada como acción pro “terrorista”, un enemigo de la democracia..."

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